lunes, 23 de mayo de 2011

 Romper los relojes que nos atan al tiempo. Aquel tiempo que nos condiciona y nos hace esclavos de una vida ligada a horarios sin sentido. Sentido de amar, el que tú me haces notar. Notar que te acercas y morder mis labios. Labios que me llaman y me invitan a tu cuello. Cuello que suave acoge mis caricias. Caricias que sólo pueden ser creadas en tu espalda. Espalda donde sueño promesas inexistentes. Inexistentes como tus palabras. Palabras que encadenan sentimientos. Sentimientos que lloran por un silencio. Silencio entre tu boca y la mía. Boca que sonríe a la vida. Vida que ilusa duerme pensando en tu voz. Voz que callada, hace ruido. Ruido en mis oídos que aguardan tu mirada. Mirada que apasiona y nada en mi alma. Alma que ríe pensando en la ironía de tus te quiero. Te quiero que llena lo que alguien dejó un día vacío. Vacío en tus ojos y en tu corazón. Corazón que iluminado espera el tuyo. Tuyo es mi ser. Mi ser que se ahoga entre pensamientos. Pensamientos que, lentamente, me inducen hacia ti. Hacia ti mis ilusiones, mis tonterías y mis emociones. Emociones que congelan deseos ardientes. Ardiente como mi mano que escribe frases desesperadas en tu nuca. Nuca que quema mis sinrazones. Sinrazones como ésta, el amor, que condena al sufrimiento a dos tontos enamorados de un juego que palpita por tu querer...

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