miércoles, 12 de septiembre de 2012

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A veces siento que me ahogo entre estas cuatro paredes. Siento como si algo dentro del pecho me hiciera daño, me agarrase el corazón y lo apretase muy fuerte, un dolor cercano a la muerte. Siento que los minutos pasan como horas y que mi vida no tiene sentido. Un día tras otro frente a un ordenador dirigiendo una vida que no sé de quien es. Si mía, si suya, si no tiene dueño. Me siento en mi cama esperando noticias de cambios que no me afectan para nada pero aún así me intereso por conocer. Me desperezo y miro por mi ventana como los pájaros vuelan y como la vida fluye sin nada que ofrecer a cambio de este tiempo de vida perdido entre mis pensamientos. Rapto el néctar de la vida entre risas y recuerdos, entre besos y sentimientos, pero el veneno de la soledad me araña, me quema, me quita las fuerzas y las ganas de luchar por algo que no existe. Por las noches, se cuela entre mis sábanas y me susurra que está conmigo, que nadie podrá separarnos y que cada madrugada se abrazará a mí. Mi única amiga, mi único aliento.